martes, 15 de septiembre de 2015

El complot premasoquista y el pollo al limón. ¿Un humanismo utópico?

Para despedir las vacaciones, he decidido pegarme el fiestazo en el burriquin de turno, con los nuguets a buen precio.

Después de un verano en el que ha costado distinguir entre luciérnagas y mosquitos ardiendo, creo que mi lugar está cerca del trasto del aire acondicionado.

Describo la escena (hay que leer pensando en Félix con las voces del documental, en plan tarde de documentales).

Nos hemos acercado paulatinamente.
Una masa atolondrada de jugadores de candicrush y adoradores de los selfis se da cuenta de nuestra presencia y se dispersa rápidamente.
Esperamos establecer contacto visual con la cajera. Nos sonríe y me acercó a pedir.
- Hola. 3 menú ahorro y 5 de nuguets con salsas variadas.
- ¿Algo más? De postre tengo tapiporlas coloradas y...
- No gracias, sólo eso. - Respondo. La interacción social no es objetivo del documental.
- Son 18 sestercios. Con el 15 os llamamos. - Observo que coge aire y digo a mi equipo que se retire con calma. - ¡El siguiente! ¡¿A quién Atiendo por aquí?!
El impacto sónico, equivalente a una explosión de gas, nos deja levemente aturdidos en el área de espera. Sólo somos tres, y podría habernos devorado en un momento.
Tras unos cuantos mensajes con sonidos varios en la gran diversidad de dispositivos enganchados al Wifi gratis, nos encontramos con el delicado sonido de uno de los cocineros colocando en la bandeja todo lo que hemos pedido, repasando la lista, colocando salsas, contando nuguets y echando miradas de refilón a nuestro equipo en plan de “como metas la mano te la corto y la meto a freír".
- ¡El 15!
- Aquí
- (de fidjwufibs hija bdidbjf jdjbdvhxuie kilo dnn jdbbwoc) - Esto debe ser algún idioma subvocálico aún no descubierto - Es todo. Servilletas y los vasos a llenar en la máquina. - Nos dice sin establecer aún contacto visual.
- ¿Sal y pimienta? Por favor.
Establece contacto visual. Por un momento veo una sombra en su mirada, sombra que no presagia nada bueno. Recelo de su presencia, pero el terror me paraliza y me quedo esperando lo que espero no sea doloroso.
Miro a mi equipo. No los encuentro.
Con desesperación busco en derredor cualquier pista sobre su paradero. Han huido.
- Si claro, un momento. - Me comenta rompiendo mi concentración, mientras mete la mano por los depósitos bajo el mostrador.
Aprovecho para mirar hacia la cocina. Busco con desesperación a mi equipo y notó el miedo en mis entrañas, subiendo, frío, azul.
Vuelve con unos sobres y me los pone en la bandeja.
- Gracias.
- Gracias. - Sin derramamiento de sangre, sin pérdidas.
Cojo la bandeja y por fin localizo a uno. En la puerta, fumando.
Hago una señal con la cabeza, hace lo mismo y sé que está bien.
Se acerca y buscamos juntos a nuestro tercer componente, de forma infructuosa.
Continuamos hasta que una voz, un chillido agudo y agónico, nos hace girarnos hasta enfilar la puerta en dirección contraria al parque infantil del cual proceden los horrible gritos, de criaturas sudorosas, de tamaño ligeramente similar al de una persona pequeña.
Asumimos que son personas pequeñas, correctamente vigiladas y que no muerden, y huimos.
- Hola chavales. Qué prisas por pillar mesa, de verdad. - Me dice rascándose la cabeza. - Aquella ancianita desdentada me ha dado con la garrota.
- No nos des más sustos. Creí que os perdía cuando me pasaron la bandeja.
- Naaaa. He despejado esa mesa terracera que hay menos ruido.
Nos sentamos y nos repartimos las cosas, y me guardo una de las bolsas de nuguets para luego.
Seguimos observando el comportamiento de los asistentes, y observo con atención el fruto de muchos años de evolución, y las huellas que dejan los sistemas educativos. Así que me arrimo una vez más a por otra bebida y me asalta uno de los adoradores de los selfis intentando legitimar su vaso de agua para que no le digan nada por rellenar.
- Anda tron dejanos un baso que kiero bver yo también. - No me explico como pueden hablar con faltas de ortografía y gramática, pero en fin.
Haciendo gala de un temple inusitado en estas situaciones y con la experiencia que aporta el bregar con lusers a diario, le ignoro y recargo.
Omitiré en este momento la sucesión de recuerdos que me causa ver la estampida de adoradores de selfis ante la presencia del gerente, revisando vasos ilegítimos con el objetivo de impedir el gorroneo habitual. Es como presenciar la cacería de la gacela, por los leones.
Tras concluir el ágape, nos recogemos, recojo los condimentos y los nuguets sobrantes y hago que recojan campamento.
Lástima de ser sólo tres. Una partida de mus hubiera estado interesante.

Tras todo esto, después del momento onírico y una vez descomido para hacer sitio, procedo a describir la ocurrencia de usar las sobras.

Necesitamos:
- Las sobras del pollo.
- Limones. Suficientes como para sacar medio vaso de zumo. Y el vaso para contenerlo.
- Harina de maicena, que de la otra no vale. Media cucharada de café.
- Agua. Medio vaso, y el vaso, por supuesto.
- Sal.
- Azúcar.
- Sartén.
- Microondas.
- Batidora manual de varilla.
- Plato.
- Cuchillo o tijeras, y tenedor.

Lo primero de todo es que llaméis a un adulto responsable antes de usar el microondas, el fuego o el cuchillo. A partir de ahí, el programa queda como sigue:

- Ponemos las sobras en un plato y las troceamos con las herramientas disponibles de forma que quede con un aspecto similar a este.
- Exprimimos los limones en el vaso. Las pepitas son decorativas, se pueden quedar.
- Añadimos un poco de sal, azúcar al gusto (o sin azúcar) y el agua teniendo en cuenta que el proceso reducirá el volumen y concentrará el sabor. No valen sacarinas ni memeces similares. La función del azúcar es reducir el grado de acidez.
- Esperamos a hervir el líquido en la sartén. fuego encendido, claro está, porque ni el calor de mi mirada sirve en estos casos.
- Al añadir la harina, hay que andar con ojo de no dejar grumos, y batir a conciencia con la batidora, o un tenedor. A fuego medio o bajo para la reducción. ¿He dicho ya que las pepitas son decorativas?
- Tras cuatro o cinco minutos, la salsa debería tener este aspecto tan sano y saludable. Al mismo tiempo ponemos el plato en el microondas un par de minutos, para que se caliente el pollo.
- Con el pollo caliente, basta con rociar con la salsa por encima para obtener este delicioso aspecto.
Por cierto, al usar limones muy maduros, la salsa me ha quedado muy ácida, de mi gusto, pero quizás no tanto de otros gustos mas finos donde los líquidos capaces de atravesar una lengua no son bien recibidos.
A disfrutar, que mañana toca trabajar.

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